lunes, 20 de octubre de 2008

BIENVENIDOS A PRADOS CLUB






Esta casita me la regalo Dios unos de esos días hace 13 años, cuando me había separado de mi marido, y estaba en una crisis terrible, que hasta con las paredes me había dado, y llegue a la Oficina con todos los brazos negros de los golpes. Lo primero que hice al llegar fue ir a una capilla que había enfrente de la Oficina a llorar como una boba.

Cuando entre a la Oficina me habían llamado de la Central para decirme que me habían otorgado el préstamo para comprar la casita en un Condominio cerrado para poder tener mis hijos en resguardo que en ese entonces tendría 3 y 10 años y me tocaba dejarlos al cuidado de una muchacha.

En ese entonces me di cuenta que mi Dios era muy bueno conmigo y me estaba cuidando, y siempre estaba al lado mío, y me llevaba de su mano.

Fuera de eso como trabajaba en una Empresa del Gobierno que se encargaba de darle casa a los necesitados, después de estar pagando un año, me dieron una amnistía y con la cuarta parte de lo que me prestaron la pague.

Como si fuera poco como soy Revisora Fiscal, me contrataron en el mismo condominio donde vivo para llevar la Revisoría de la Administración y me pagan lo suficiente para pagar todos los servicios públicos de la casa.

Hoy a punto de vender la casa, la nostalgia me embarga, pero también se que mi Dios también me la dio para que no pasara problemas de plata. En estos momentos la estoy negociando por mucho mas de lo que me costo, por lo cual puedo solucionar mis problemas económicos, y darme un respiro de tranquilidad.

Bueno amigas esto para contarles que gracias a Dios, ya conseguí Comprador para ella un vecino de la casa y además que ya pararon la huelga y se puede meter los papeles del levantamiento de patrimonio de familia.

Y ahora estoy a punto de retirarme de una Asesora de una empresa que solo me da estrés pero como necesitaba la plata, ahí estaba.

MORALEJA DEL CUENTO.

Confíes en DIOS, el siempre esta con nosotros, y siempre no da lo que necesitamos, ni mas ni menos, lo suficiente para disfrutar esta vida a plenitud.